"Espero que siempre encuentres una razón para sonreír" |
—No te molestes—me dijo
—¿Cómo no me voy a molestar? —chillé—Solo anda.
De ahí no me levante hasta el día
siguiente, no me cambié ni arregle mi cama solo dormí como caí. Ya no tenía a
alguien que querer, un mejor amigo, y una hermana. Ayer fue un caos.
Lamentablemente, tuve que parar mi soledad para desayunar. No había visto a mi papá en estos últimos días y ni siquiera lo había saludado ayer. Así que bajé a la mesa rogando para que hoy sea un mejor día que ayer.
—Papá, ¡es injusto!—fueron las primeras palabras que logré escuchar, eran de Nicole.
—No, para nada. ¿Cómo vas a estar
llegando a las once de la noche a la casa siendo una pequeña niña? Estás castigada, una semana sin salir.
Yo miré a Michele, que también estaba callada. Ella me dio una seña para que no me meta, ni pensaba hacerlo. Pero, por lo que puedo deducir. A mi hermana la estaban castigando por llegar tarde cuando salió con Ryan ayer.
—Déjame tranquila papá—repitió Nicole—. Yo se lo que hago, Ryan es buena persona.
—Yo sé que es buena persona, pero tiene
que aprender que tú no puedes estar todo el tiempo con él—dijo resaltando "todo"—. No te
hemos visto en cuatro días y lo primero que haces es irte.
Nicole optó por quedarse callada, lo que debió haber hecho hace rato.
Cuando terminamos de desayunar y papá y Michele se fueron, yo subí a mi cuarto. Antes, cuando a Nicole la
castigaban o a mí, nosotras siempre nos quedábamos juntas para que la otra no
se sienta castigada del todo. Pero como estaba molesta con ella, esta vez me quede en mi cuarto.
Pasaron dos semanas desde
aquel día que castigaron a mi hermana. Hasta ahora seguía rechazando las
llamandas de Cole. Justin ni siquiera me llamaba. Lo que sí, seguía
hablando con Stephany, Jeremy y Rebecca, pero a pesar de eso no salgo con ellos. Me he dedicado a quedarme encerrada en mi casa, cosa que no me encanta pero no me fastidia.
Decidí que era hora de
ver la luz del día de nuevo, así que salí al parque a ver si estaban los Taming por ahí, ya que vivían cerca de ese parque. Habían unos cuantos
chicos jugando fútbol, y me acerqué a ver el partido. Se notaba de lejos que era una pichanga.
—¿Clarissa?—escuchó a mis espaldas.
Segura de que fueran alguno de los Taming, volteo con una sonrisa. No, no eran los Taming.
—Luana, ¿qué haces
aquí?
—Cómo que qué hago aquí, vivo por aquí. ¿Tú que
haces aquí?—respondió
—Yo también vivo aquí—le digo—, solo que nunca salgo. ¿Y los chicos?
—No—mira al partido de chicos—, yo solo he venido
con Matías a verlo jugar.
—Ah—contesté, nunca había tenido vecinos, que conocía.
—¡Luana—gritó Matías de lejos.
Cuando ya estaba a una distancia respetable, la abrazó. Todo sudado. Ugh.
Ella hizo una cara de disgusto pero se le pasó—Mati, mira con quien me encontré.
—¿Te acuerdas de mí? —dije tímida.
—¿Cómo no me voy a acordar de ti? Clarissa.
Yo sonreí.
—Y que, ¿siempre estas sola? Veo que tus
amigos siempre te dejan—dijo Luana.
—Es una larga historia.
—¿Qué pasó?—Matías mostró su interés.
—Nada—expliqué—, solo me peleé con
algunos de ellos, y no los he visto desde que regresamos aquí.
—No te preocupes, por algo nos conociste—me dice Luana.
—Supongo que sí—lanzo una sonrisa fingida.
Unos segundos después, recibo una llamada de Stephany. Que milagro.
—Clarissa, ¿dónde estas?
—En el parque cerca de la casa de
los Taming. ¿Por qué preguntas?
—Ah—me dijo, la conocía. Ella estaba nerviosa—, tengo que decir algo pero
no sé si te guste.
—Dime de una vez, Steph—respondí.
—Está bien. Estoy aquí con Justin.
Era bueno escuchar su nombre después de unas semanas. Era como si todos mis sentimientos hacía él volvieran con intensidad a mi corazón.
—Él quiere hablar contigo, Clarissa—siguió, ahora sí se me hizo un nudo en la garganta. No estaba lista.
—No puedo estoy ahora, estoy con Matías y Luana —dije.
—Clarissa—escuché, no era Steph. Era Justin—. Clarissa, solo escúchame seis minutos.
Me había dejado sin palabras, escuchar su voz. Simplemente no sabía que decir. Mi mente estaba en blanco.
—Dime—fue lo único que pude decir.
—Clari, me voy a ir de gira
por dos meses por todo Estados Unidos—dijo, sin rodeos—. No nos vamos a ver por mucho, bueno, por
mucho más que nos hemos visto hasta ahora. Por favor ven a mi casa, necesito despedirme
de ti como se debe, me voy mañana,
Si tenía mi mente en blanco, ahora la tengo en negro. Se iba dos meses, estoy muda porque solo dejé de no saber de él dos semanas. ¿Dos meses? ¿Cómo estaré?
—Me alegro mucho por ti, Justin, que te vallas de gira—hice una pausa—. Pero, no creo que pueda ir—dije eso y colgué. No quería ir. Ahora, sola, no.
—¿Justin? ¿Justin Bieber?—me preguntó
emocionada Luana.
—Sí—respondí,
—Pero, ¿pero como?—decía las palabras
demasiado rápido y se le abrían demasiado los ojos.
—Vive a unas cuantas cuadras de aquí y va
a mi colegio—expliqué.
—¿Me muestras su casa por favor por
favor?—insistió
Yo me río, que impertinente—De hecho, me ha dicho que si puedo vaya a su casa pero no tengo ganas de ir.
—Luana, no quiero que quiera—dice Matías.
—Vamos Mati, acompáñanos—dijo Luana y con eso lo agarró del brazo.
Se auto-invitó a la casa del amigo de su nueva amiga, cuanta confianza.
—¿Vamos Clari?
—Bueno—no me quedaba de otra.
Como siempre fue cosa de media hora llegar
a la casa de Justin, ya que el parque estaba un poco mas lejos que mi casa.
Pero al fin llegamos. Toqué el timbre y claramente sentí como mi estómago se
revolvía de los nervios. Alguien abrió la puerta.
—¡Clarissa! Que bueno que
llegaste—me dijo Rebecca—¿Quiénes son ellos?
—Hola Reb. Son Luana y Matías.
—¿Ella es la ex de Justin?—me
susurró Luana
Yo solo sonreí, si supiera—Sí, si es.
—Bueno, ¿se van a quedar o solo la
acompañan?—preguntó.
—Se quedan—respondí,
Pasamos a la casa y Steph me recibió con los brazos abiertos.
—¡Clari! Hace tiempo que no
te veía. Te extrañé.
—Yo también—solté una risita.
Después de un rato salió Justin. Él seguía igual, solo que al parecer se había cortado un poco más su cabello. Pero igual lo podía ver con los mismo ojos.
—Clari—lo dijo con una voz
quebrada y a la vez de sorpresa
—¡Justin!—gritó Luana—¡Es Justin Bieber!
—Hola Justin—dije y me acerqué con Luana a
él—, ella es Luana que quería conocerte.
—Hola Luana—sonrió.
Me quedé mirando a Justin, no sabía que
hacer. Entonces se formaron esos silencios incómodos. Aquellos los odiaba.
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