7 de noviembre de 2013

Prólogo. Never let you go, segunda parte.

Narras Clarissa:
Los que dicen que la vida es dura, tienen muchísima razón. ¿Nunca les ha pasado que están decepcionadas del comportamiento de los hombres? La mayoría son puros pendejos. Y la verdadera pregunta sería, ¿quién no ha estado decepcionada de uno de ellos? Estos años he llegado a una conclusión, si encuentras a un chico que lo tiene todo...Ese todo es una mentira.

—¡Clarissa, deja de escribir y ven aquí! Te toca después de mi—dice Steph corriendo hacía mí, así que no pude terminar mi carta de odio hacia Jake.
—Ya no quiero, vayámonos, así nadie va a estar lastimado.
—No, no, no.—dice moviendo su cabeza bruscamente—No sé como me convenciste de hacer esto, pero nos vamos a arrepentir.
El pánico corría por mis venas, lo admito, estaba emocionada por tirarme del puente antes pero ahora que veo la altura ni hablar.—¿Y que pasa si no es seguro?
—Nos caemos al agua, fresca y sucia agua.—respondió—¿Te hago recordar por qué estamos acá?
—No, gracias.—le dije de manera un poco molesta. Sin embargo, aún así me hizo recordar que los dos últimos novios que he tenido me han sacado la vuelta.
—Hey, no te molestes. Te advertí de Jake.
—Si, claro. Bien que tú sabías y ni me contaste. Nick también lo sabía. 
—No me hables de ese imbécil.
—¡Ves! Tú estas igual que yo, por favor, esto se veía más entretenido en las revistas y fotos.
—No, lo vamos a hacer. Promesa de mejor amiga.

Tirarse de un puente amarrada a una soga parece ser una cosa extrema. Pues, no sé si será así para todos, pero me hizo olvidarme de todo por unos cuantos segundos. Y bueno, luego llegó la parte que me tiraron a la sucia agua.

Vivir en Francia ha sido espectacular, vivir con mis propias reglas ya que mi papá y Michele se quisieron quedar en Atlanta con Nicole, pobre Nicole. No voy a olvidar cuando les dije que iba a seguir actuación y que quería valerme por mi misma cuando cumpliera la mayoría de edad, todos con sus bocas abiertas. Han pasado seis años y ya tengo mi profesión completa, dejar Francia y la universidad es muy duro para mi, felizmente que Steph me va a acompañar, nunca la haría sola. Y además, a donde voy es más fácil conseguir empleo, digamos que sí.

—¿Ya empacaste?—me pregunta Steph mientras veía televisión.
—Sí, no es mucho. Recuerda que solo traje ropa y más ropa. Cinco maletas de ropa y dos de zapatos.
—Claro, no es mucho.—me dice remedando
—Oh, Steph. ¡Apaga eso!—digo, al escuchar una noticia de Justin Bieber
—¿Qué? ¿Por qué? Está interesante, Clarissa. El chico expresa su arte con graffiti, ¡bravo!—ella aplaude, aunque estábamos solas en el apartamento, me daba vergüenza.
Suelto una pequeña carcajada.—Cambia, ¿quieres? Me aturde escuchar de él y de todo lo que hace.
—¡Vamos Clarissa!—exclama—, ha pasado mucho tiempo desde que estuviste con él. Pero ya se, ya se. Se que es difícil que tu ex se haya vuelto más atractivo cuando pasó a ser tu ex. ¡Mira su six-pack! ¡Sus músculos! Sus ojos...
—¡Basta! Solo me parece injusto, prometimos que no volveríamos a vernos. Claro, él no me ve y de hecho que ni me reconoce, pero yo lo tengo que ver por lo menos una vez a la semana por la televisión o por cualquier medio de comunicación.—digo y me voy a mi habitación, que ya estaba media desolada.

Steph me sigue.
—Hey, ya. Si quieres bloqueo el canal de las noticias.
—No es solo eso, es que con lo de Jake me di cuenta que nunca debí dejarlo ir. Comparándolo con Justin, Jake no le llega ni a los pies. Me frustra no poder encontrar a alguien mejor que Justin.
—Darling,—me daba mucha risa cuando me llamaba así—sólo estás viendo el lado positivo de tu relación con él. Recuerda que también lo conocí, era molesto y algunas veces asqueroso, míralo ahora, ¿sigue siendo el mismo niño que conociste?
Solté una sonrisa, pequeña pero que me hizo sentir mejor.—Supongo que no.