25 de octubre de 2013

Cap 84º “Será nuestro adiós” (Parte 2)

Y bueno, yo, él ya me estaba sacando de quicio.
—¿Tu memoria se está achicando? Te dije muy claro que ni siquiera yo lo se explicar pero te lo puedo demostrar—mi tono de voz se estaba elevando, lo cuál no me gustaba pero no lo podía evitar.
—¿Ah si?—me dijo con una pequeña sonrisa—¿Me lo demuestras de nuevo?
—No.—yo seguía con el mismo tono de voz que antes, sólo que ahora sabía que me estaba tomando el pelo.
Él se acercó donde estaba yo—Ya, Clarissa. Sé que estás con ese sujeto, pero aquí, en Atlanta, tú eres mía.—él me besó y me empujó a su cama—Y debo mencionar que me encanta como te ves con mi ropa.
—Me siento estúpida.—él me besó de nuevo—Pero no entiendo como me puedes gustar tanto.—él me siguió besando hasta que metió sus manos dentro del polo que tenía puesto y las puso en mi cintura.—No me está gustando.—Bueno, si me gustaba un poco pero no quería que pasara algo más, no ese día.
Él se separó de mi lo más posible, se hecho al costado mío.—¿Mejor?
Yo reí un poco y me sonrojé, no era fácil decirle que no.—Sí, mejor. Mejor hablemos.
—¿Hablar de qué?
—De lo que tú quieras,—bostecé, el sueño me estaba invadiendo—cuéntame cómo te ha ido en Los Ángeles.
—Pues, no hay tanto que contar.

—Clarissa, ¡despierta!—escuché en susurros, era la chillona pero armoniosa voz de mi hermana.
—¿Qué? ¿Para qué?—le dije aún con los ojos cerrados. 

Luego recordé a Justin, ¿no me había quedado con él?

—¡¿Y Justin?!—esta vez abrí los ojos como plato—¿Cómo llegué a mi cuarto?
—Tranquila Clarissa. Ayer te llamé y Justin contestó, estabas dormida. Fui a su hotel y él nos llevó a la casa, claro, a ti te llevó cargada acá. Me sorprende que tu sueño sea tan profundo.
Pero, eso no era lo que me preocupaba.—Y, ¿te contó algo?
Se quedó pensando un rato, sospechoso.—La verdad, me dijo que tú querías secar el vestido. Pero hay algo que debería saber?
Yo sonreí.—No.
Ella tenía una cara dudosa.—Bueno, el vestido ya está en la ropa sucia. Y baja que el desayuno está servido.

Ay no. Aquí venía el sentimiento de culpa. Al acordarme lo que hice, no me arrepiento pero me da pena Cory, el parece tan bueno. Se dice que lo hecho, hecho está y arrepentirse es algo que no sirve porque ya no se puede cambiar. Pero no puedo ver a Cory a la cara sin sentir vergüenza y no pienso hacerlo, ni escuchar su voz, no por ahora.

—¿Hija?—dice mi padre que me quita de mis pensamientos—¿Qué tal ayer?
Los ojos se me abrieron como plato, y miré a Nicole—¿Qué?
—Se refiere a la fiesta—dice Nicole—, que por cierto estuvo buena. Mucha gente del colegio pero todo normal.
—Sólo lo dices porque estuviste con Cole—responde Michelle
Ella ríe un poco—Sí, también por eso.
Sentía necesidad por aunque sea contarle a Michele y Nicole lo que pasó con Justin, y de paso que les cuento lo de Cory.—Estaba Justin.

Provoqué un silencio en la mesa. Después de unos segundos, Michele rompe el hielo, o algo así.
—¿y qué te dijo?
Pasé mi jugo—Que me extraña, hoy vamos a salir.
—No me parece que salgas con él, Clarissa—dice mi papá, era algo incomodo que él estuviera escuchando.
—Papá, Justin sólo va a estar en Atlanta hasta hoy día y luego se va a Los Ángeles de nuevo. Déjala disfrutar.
Las últimas palabras de Nicole resonaron en mi cabeza una y otra vez.
—¿Qué?
Sí, Nicole se dio cuenta que había metido la pata—Pen-pensaba que lo sabías.
—No, no lo sabía—digo un poco enfadada, no con ella, con Justin.
—Seguro de lo iba a decir hoy de una mejor manera—interviene Michele
—Terminé. Gracias, permiso.

Subí rápido las escaleras hacía mi cuarto y cerré la puerta fuerte, la adrenalina mezclada con una poco de furia estaba en todo mi cuerpo, claro, con un dolor profundo en mi pecho. Sentía que Justin me iba a dejar de nuevo, de nuevo por su fama. 

Así que agarro mi teléfono, me tiro a mi cama y marco el número de Justin. Apenas escucho su voz, le digo—¿Cuándo me lo ibas a decir Justin? ¿Ah? ¿Cuándo pretendías decirme que te vas? Te vas de nuevo, imbécil.—escuchaba que él quería hablar y excusarse pero quería dejar salir todo lo que quería decir—Claro, Clarissa la idiota siempre se cree el cuento del yo si te quiero, con unas cuantas veces basta. ¿Qué te has creído? ¡Dime!
—Oye, yo si te quiero monga.
—No me vuelvas a llamar monga de nuevo—le digo
—No quería que te enteraras. Ayer cuando tu hermana fue a mi hotel, se me escapó que me iba hoy. Pensaba decírtelo de una mejor manera, algo en que me puedas comprender, es mi trabajo y me están obligando. Pero si tú me dices que me quede,  me quedaré.  Vine hasta aquí para buscarte y quedarme contigo, Clarissa.

Me llegaba, a veces Justin me llegaba cuando encontraba las palabras exactas para decir. Y cuando me ponía a mí encima de su carrera.  Él no se puede quedar, no sólo por mi, sería una locura.

—Clarissa, ¿qué piensas? 
—Pienso que todo esto es una locura, odio queme pongas a mi entre la espada y  la pared—la voz se me quebraba
—Ya, no te pongas así mi amor. Cancela todos tus planes,  nos encontramos en la terraza como ayer y hablamos.
—No mme llames así.—exclamé, si sólo eeraun día no le encuentro sentido el que me llame mi amor—No voy a ir, anda a Los Ángeles y quédate ahí.
—¿Es lo que en verdad quieres?
—No, pero es lo mejor.  Para los dos.—dije eso y finalicé la llamada, sabía que si escuchaba su voz iba a cambiar de opinión.

En la tarde, me quedé sola. Mi papá y Michele habían salido, Nicole para variar estaba con Cole. Ella me dijo para acompañarlos pero no tenía ganas de hacer mal trío o de violinista. Las palabras de Justin resonaban en mi cabeza. «Es lo que en verdad quieres?». No, en verdad quiero quedarme contigo para toda la vida. Tenía mi celular en la mano, Cory me estaba llamando pero ignoraba su tono de llamada, ni siquiera me daban ganas de hablar con él.

El timbre de mi casa suena, lo dejo pasar por alto. Total, si es Nicole o mis papás deberían tener llave. Sin embargo el timbre no para de sonar, así que decido bajar y abrir la puerta.
—Hola.—era Justin—¿Sabes? Cuando conoces mucho a una chica sabes lo que quiere decir entre palabras, y tú querías que venga a tu casa.
Yo no sabía que decir ni cómo mirarlo, solo me reí—Pasa.

Él había traído helado de mi sabor favorito, saqué dos cucharas y nos sentamos en el sillón de siempre de la sala.
—¿Por qué no me dijiste?—dije entre feliz, venido a la casa, por fin me había entendido, y un poco enojada, no va a ser tan fácil que le diga que se quede, no me va a convencer.
—Es duro para mí, es duro aceptar. Mi vuelo sale a las 7,—miró su reloj—son las 5. Me quedan diez minutos.
—Nos quedan diez minutos. ¿No pudiste llegar un poco más temprano?
—No, lo siento mi amor.
—No me llames así.—le digo
Él toca mi mejilla.—Estás tan rara últimamente.

Comenzaron a salir unas cuantas lágrimas de mis ojos, más que todo era frustración.

—¿Cómo quieres que esté? Él chico del que estoy enamorada, mi primer amor, si va a ir y voy a tener que olvidarme de él, cosa que he tratado y ni siquiera con otro chico puedo. ¿Ah? ¿Quieres que esté feliz porque le saqué la vuelta a mi novio? ¿Por ti? ¡¿Qué quieres de mi, Justin?!

Podía ver su cara de desesperación, sus ojos lo decían todo. Entonces, se acercó a mi y bruscamente me besó. Después de un buen rato, él separó sus labios de los míos. Por un momento había sentido que los problemas se había desvanecido, pero al escucharlo regresaba a la realidad.

—Quiero que me digas que me quede. Si no quieres que me vaya, no lo haré Clarissa—me susurró y me dio un beso corto—Te amo. Sí, te amo te amo Clarissa, y todo lo que tenga que ver contigo.

Me reí al respecto, pensaba que solo lo decía para convencerme. Pero no, yo soy fuerte.

—¿Y tú crees que yo no? Inclusive cuando te quise odiar no pude, me hacía pensarte y quererte más.—se me hizo un hueco en el corazón, sabía que despedirse de él no sería fácil—Y porque te amo no puedo decirte que te quedes, tienes que irte Justin y ser grande, el mejor cantante que he escuchado.

Él esbozó una pequeña sonrisa y juntó su nariz con la mía
—Eres tan tierna. Te preocupas por mi, y no te das cuenta...

Justin paró de hablar, mi celular estaba sonando. Era Cory. Justin me hizo una señal, quería que conteste. Y así lo hice.
—¿Hola?—digo con voz de sueño, Justin se ríe
—Preciosa, por fin contestas. Te he estado llamando mil veces y nada, ¿qué hacías?
—Dormir un poco.
—Se nota en tu voz mi amor. ¿Algo interesante que quieras contarme?
—No, no tanto.—me distraía ver a Justin pendiente de su celular que contestaba cualquier cosa—¿Tú?
—Bueno, a decir verdad si. ¿Te acuerdas que te conté sobre la..
Justin se para del sillón y se dirige a la ventana, eso hace que me desespere. Ya había llegado su carro.—Cory, lo siento. Acaba de llegar mi mamá de hacer las compras, te llamo luego.
—¿Mamá? Pero tú no...—escuché decir antes de colgar el teléfono.

—Dime que me quede y lo haré—me dice Justin como suplicando
—No, tú prométeme algo y no quiero un no.—le digo y él asiente—Prométeme que lo nuestro no te va a impedir hacer música, que te vas a olvidar de todo y seguir tu vida. No vuelvas a Atlanta, si vuelves no me busques. Yo te prometo que no estaré aquí.
Él bajó su cabeza, no me miró—Te lo prometo. 

Lo último que hice fue abrazarlo y abrir la puerta de mi casa. No se me ocurrió besarlo en ese momento, y tal vez fue lo más inteligente que pude hacer. Observé como entraba al carro, él me miro y me dirigió una última mirada, una última sonrisa, la última mirada de amor. No entendía porque lo sentía tan trágico. No, no quería entender. Pero una parte de mi sabia que si lo dejaba ir jamás conocería de nuevo al Justin que yo conozco y amé, o tal vez pensaba que amaba. Lo que le haría bien era irse y olvidar de lo que paso. Nuestra historia de amor no lo dejaría avanzar, nosotros éramos mejores separados que juntos.

O tal vez no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por fi comenta :) me darás más ánimos para escribir. xx