Cap 47° "Te veré más tarde"

—¿Qué paso?—fue lo único que dijo

—Nada de nada—dije frustrada—, Justin no confía en mí. Me molesta mucho eso.

—Bueno, no te preocupes. Nos vamos a arreglar, poner más bonitas de lo que somos y en la fiesta de esta noche conocerás a un chico mejor que él—dice sonriente.

—Voy a quedarme como estoy vestida—le dije

—Está bien, pero un poco de sombras, más rimel, delineador, y plancha para el cabello no te vendrían mal—insiste entusiasmada. 

A las ocho nos recogieron los Taming para ir a la fiesta, mi papá ya se había ido con Michele.

Al entrar a la fiesta me percaté que no había demasiada gente como debería ser una fiesta de fin de año masiva, felizmente que no fue así. La casa era grande, tenía un jardín delantero enorme donde fácilmente pueden entrar cincuenta personas.

Al instante, Jeremy se fue con Steph y Rebecca con Cole. Solo me quedó Nicole como compañía ya que Ryan no aparecía para molestarla de nuevo. Luego de un rato, eran como las once de la noche y Renato quiso bailar conmigo, ni siquiera sabía porque él estaba ahí ya que no era del colegio.

Pasó tiempo y mis sospechas de que esté Justin aquí se han esfumado al máximo y nadie pronuncia su nombre. Un poco más raro fue cuando vi llegar a Ryan solo y agarró a Nicole. Cuando me aseguré que ya me había perdido entre la pequeña multitud, vi mi celular que marcaban las 11:35 pm. Y, como por arte de magia, una llamada entrante de Justin. 

—Hola—respondí seca.

—¡Hola! ¿cómo estas?—dijo todo cínico.

—Molesta, ¿no te acuerdas? O de repente Matías todavía no te lo ha contado.

—Clarissa, es víspera de año nuevo y quiero saber dónde estás. No quiero que estés conmigo así, recién he llegado.

—Estoy donde quiero estar.

—¡Qué resentida!—chilló—De todas maneras voy a saber en dónde estás y te daré la sorpresa.

—Suerte con eso—no pude evitar sonreír como estúpida.

—Ya, Clarissa. Se que sonríes y que te mueres por verme.

La risa se me escapó—Tengo que colgar.

—Te estaré vigilando.

—Chau Justin, feliz año nuevo.

—Chau Clari, todavía no digas eso.

Al colgar me quedé pensando en sus última cuatro palabras. Todavía no digas eso. Justin la mayoría del tiempo esconde algo, una sorpresa, eso me gusta de él. Pero sinceramente hoy ni estoy del mejor 

—¿En qué tanto piensas?—dijo Matías cuando me dí cuenta que tenía que regresar a la realidad.

—En nada, cosas insignificantes—respondí. Ugh, Matías, traidor.

—Quedan cuatro minutos para las doce, vamos a bailar. 

—¿Después que me dejaras plantada?—dije en broma.

Se rió entre dientes—Sabes porqué lo hice, ahora ven, vamos a bailar.
—Si me lo pides así, como resistirme.

Matías hizo el intento de bailar bien, pero la verdad que tenía dos pies izquierdos. Por suerte, creo yo, pararon la música y apagaron todas las luces. El lugar estaba completamente oscuro.

—¿Listos para la cuenta regresiva?—dijo el DJ.
—¿Matías?—susurré

—Estoy aquí Clarissa—respondió y me agarró de las manos.

10, 9 , 8, 7...Sentí que las manos de Matías ya no estában con las mías por un segundo, y luego se reincorporaron como si nada hubiera pasado. 4, 3, 2, 1.

—¡Feliz año nuevo!—gritó la gente en la fiesta.

—¡Feliz año nuevo Clari!—sentí un abrazo y al segundo se esfumó.

Al prenderse las luces, me di cuenta que Matías se había ido, probablemente a saludar a sus amigos. No le tomé importancia ya que mi celular estaba vibrando, era mi papá.

Fue una corta conversación de veinte segundos donde él me decía feliz año y que me cuide, pero tuve que salir ya que adentro hacía mucho ruido. Al entrar de nuevo a la casa, las luces habían regresado a su normalidad, ya nadie se estaba saludando y el DJ tenía el micrófono.

—¡Feliz año nuevo a todos! Y para empezar este grandioso año, tenemos un invitado especial que va a cantar en vivo. Él estudia en su colegio, pero él es una estrella pop. ¡Justin Bieber!

Estaba aturdida, la melodía que habían puesto era muy familiar. Justin Bieber, ya estaba empezando a asimilar que él había regresado.

—Bueno, esta canción tiene otro ritmo. Vamos a probar el acústico, así que agarren a sus parejas. Pero cuidado, no se agarren a la mía.

Lo primero que hice fue no mirarlo, simplemente no quería. Pero el no dejaba de mirarme y me dije "Esta bien, míralo". Vi esos ojos y esa mirada que cualquiera se quedaba hipnotizada. Luego se fue acercando a mi y me dio la mano como para pararme. Yo lo hice ya que seguía perdida en sus ojos, y me llevó al centro de la pista del escenario.

—No tenías por qué hacerlo—le dije

—Sí tenía—dice en susurro—. Quiero demostrarte que te quiero.

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